jueves, 20 de noviembre de 2008

Minga

Entre las palabras pintorescas del habla informal rioplatense, una de mis favoritas es minga. Esta expresiva y contundente negación se usa para subrayar lo más elocuentemente posible que -contra lo que el oyente o un tercero pudiesen imaginar- ciertas cosas no fueron, son o serán.

¿Y él pretende que después de todo lo que me hizo yo vaya a ayudarlo? ¡Minga!

También puede integrarse en una oración, reemplazando a "no", como en los versos del tango El conventillo, de Edmundo Rivero, que dicen:
Una vez un tal Loyola
me embrocó en un guay fulero,
batida, bronca, taquero,
celular, biaba y gayola.
Di concierto de pianola
manyando minga 'e solfeo,
y aunque me llaman "el feo"
colgué mi fotografía
donde esta la galería
de los ases del choreo.

Lo que traducido del lunfardo al español estándar significa:
Una vez un tal Loyola me enredó en un problema feo. Nos delataron, encontronazo, transporte policial, castigo físico, cárcel. Me tomaron todas las huellas digitales (di concierto de pianola) sin saber nada (minga) de solfeo.
¿De dónde salió la palabra minga? Sin duda alguna, los responsables son los inmigrantes italianos que desde 1880 y hasta mediados del siglo XX llegaron en masa a Buenos Aires. Minga es un término característico del habla lombarda, a tal punto que Stendhal, el autor de Rojo y Negro, pudo decir que la palabra minga era la base del habla milanesa
Aunque cuando pensamos en nuestros inmigrantes italianos nos vienen a la mente ante todo los genoveses, y luego los oriundos del sur como calabreses y sicilianos, un vistazo a registros inmigratorios me ha permitido comprobar que las primeras oleadas que llegaron a nuestro país eran mayoritariamente del norte de la península, entre ellos lombardos, de modo que nada tiene de raro que la expresiva minga prendiera pronto en el Río de la Plata.
En el italiano oficial la palabra también existe, bajo la forma mica, y es de uso muy frecuente como un refuerzo de la negación, acompañando al “no”.
Non hai mica capito =No entendiste (para nada).

Y también se usa sin el non:
-Come ti è andata?
-Mica male.
(¿Cómo te fue? Nada mal).
Podemos verlo cumpliendo un rol similar al francés pas, sin llegar al extremo de cristalización de este último, que es parte imprescindible de la negación.
En español no tenemos un reforzador así, aunque hay expresiones compuestas, como la citada “para nada” que cumplen parecida función. Incluso tenemos una construcción “nada de nada” cuya capacidad expresiva -he comprobado- provoca fascinación en los hablantes extranjeros. También se acentúa bastante -en la Argentina al menos- el uso de tampoco para negar con más contundencia, aunque no haya una negación anterior, como en:
-Si seguimos jugando así, ponele la firma que salimos campeones.
-¡Tampoco la pavada!(Una especie de: te asisten razones para estar contento, pero ilusionarse hasta ese punto es excesivo y denota proclividad a decir tonterías) .
Recuerdo que mi primer encuentro con el italiano mica también me resultó fascinante. Escuché la palabreja en una canción presentada en el festival de San Remo cuyo título era precisamente Non voglio mica la luna (No estoy pidiendo tampoco la luna) y no tenía idea de qué pudiese significar. No supe relacionarla con nuestro minga, ni siquiera cuando mi padre (que era mi Internet de entonces) me aclaró su sentido.
Lo interesante es que el italiano mica es la misma palabra española miga, es decir, ambas provienen del latín mica (partícula pequeña, como grano de sal, migaja de pan, o polvo de oro). Se llamó mica a los granos de arena que arrancaban destellos (el verbo latino micare significa entre otras cosas arrancar destellos), y por extensión a las láminas elásticas de silicato, con reflejos metálicos, que recubren ciertas piedras. Estoy hablando de la conocida mica mineral.
Por los flancos de granito de la montaña, sembrados de mica que relucía, bajaba desatado un torrente espumoso; y entre el matiz sombrío de los encinares asomaba un pradillo.
Pardo Bazán, Emilia, Un viaje de novios
roca con mica
Se comprende que una palabra como mica, que significaba “cosa minúscula” haya sido explotada para expresar “poco y nada”, y terminara siendo un reforzador de negaciones, como en nuestro “Me importa un adarme”, o “no entiendo una pizca”.
Hagamos ahora un ejercicio para comprobar el grado de hurgapalabrismo de nuestros lectores. ¿A qué palabra griega corresponderá este latino mica "partícula pequeña"? En el siguiente renglón, la respuesta.
Y la respuesta es… el famoso mikrós, la palabra que nos ha dado micrones, microbios, microscopios, microondas, micrófonos, microchips, Microsoft, y un largo etc. de cosas pequeñas. Mikros -que en los dialectos jónico y dórico aparece también como mikkós- comparte la misma raíz indoeuropea de mica.
Así que una vez más terminamos con nuestro zurrón cargado de palabras variopintas, que no sospechábamos emparentadas: negaciones rotundas, migas de pan, granos de arena que relumbran, micrófonos, láminas de silicato, de la mano de inmigrantes que llegan a puerto con la sola fortuna de su bagaje lingüístico. Como suele suceder, un ramillete de expresiones muy específicas del mundo actual deriva de un concepto básico y primordial de nuestra experiencia en el mundo, en este caso el concepto de pequeño, que sin duda estaba ya presente cuando el primer hombre abrió los ojos y habló.
¿Son éstas tal vez disquisiciones menores y banales? Permítanme responder con una breve palabra: ¡Minga!

martes, 11 de noviembre de 2008

Petulant expostulations

En el artículo anterior, Hláford ha comparado cantidad de palabras y caracteres de textos originales y sus traducciones.

Un cotejo igualmente revelador es el que puede hacerse obteniendo el tamaño promedio de las palabras en la obra de un autor, y comparándolo con el que se desprende de la obra de otro autor que escribe en el mismo idioma. Por ejemplo, a partir de los datos que nos proporcionó Hláford, podemos constatar que la longitud promedio de las palabras de El Hobbit y el Señor de los Anillos es prácticamente la misma, y un poco menor (aproximadamente un 6%) que la palabra promedio de las obras de Terry Pratchett.

Es muy probable que la diferencia se deba a que Pratchett es un humorista, y los humoristas ingleses explotan por lo general la cómica solemnidad que tienen las palabras largas en ese idioma, mientras que Tolkien restringe fuertemente su léxico a los términos sajones, es decir, los términos cortos, como parte del efecto de autenticidad patrimonial que busca transmitir. Es como si hubiese dos vocabularios ingleses para todo: el sajón, de palabras con una o dos sílabas, y el de herencia latina, la de los sonoros polisílabos. Uno se las puede ingeniar para decir lo mismo con cualquiera de ellos. Al menos, eso sostiene el humorista Georges Mikes, a quien le cedo gustoso la palabra:

 […] los intentos más exitosos de revestirse de un aire de alta cultura se han realizado en el campo de los polisílabos. Muchos extranjeros que han aprendido latín y griego en la escuela descubren con sorpresa y satisfacción que el lenguaje inglés ha absorbido una enorme cantidad de expresiones latinas y griegas, y se percatan de que (a) es mucho más fácil aprender esas expresiones que las harto más sencillas palabras inglesas; (b) estas palabras por regla general son interminablemente largas y producen una impresión extraordinaria cuando le toca a uno hablar con el verdulero, el portero, o el agente de seguros.

Imagine, por ejemplo, que el portero de su edificio le advierte a usted bruscamente que no debe sacar la basura antes de las 7,30 AM. Si acaso le respondiera Please don’t bully me, puede seguir una discusión exaltada y cansadora, y sin duda la razón estará del lado del portero, porque terminarán encontrando una cláusula en su contrato (la letra pequeña, al fondo de la última hoja) donde se explica que el portero siempre tiene razón y que usted le debe sumisión absoluta y obediencia incondicional. En cambio, si le responde con estas palabras: I repudiate your petulant expostulations, la discusión quedará zanjada de inmediato, el portero estará orgulloso de tener un hombre tan cultivado en el edificio, y a partir de ese día usted puede, si se le ocurre, levantarse a las cuatro de la mañana y vaciar el cubo de basura por la ventana.

Pero incluso en la sociedad de Curzon Street, si usted se proclama, por ejemplo, un tough guy, lo van a considerar una persona vulgar, irritante y digna de censura. En cambio, si usted se define como an inquisitorial and peremptory homo sapiens, nadie va a tener idea de lo que intenta decir, pero sentirán en sus huesos que usted ha de ser algo maravilloso.

Mikes, George, How to Be an Alien: A Handbook for Beginners and More Advanced Pupils (1946)

El lector hará bien en recordar estos consejos, sin olvidar los que nos dio Sofocleto en un artículo anterior, para perfeccionar el arte de simular cultura e inteligencia.

viernes, 7 de noviembre de 2008

Lenguas largas

I. Palabras, letras (caracteres) y números

Algunas lenguas son más largas que otras. Quiero decir: algunas lenguas necesitan más sonidos que otras para transmitir la misma idea. O tal vez tienen menos sonidos pero los representan con más letras; o tal vez tienen menos sonidos (y letras), pero los agrupan en más sílabas, y necesitan por lo tanto más tiempo para pronunciarse. Hay muchos modos en los que una lengua puede ser más larga que otra.

En castellano tenemos una palabra de cuatro letras y dos sílabas como "ayer"; el italiano también tiene cuatro y dos, ieri; el francés tiene cuatro pero una sola, hier; y en inglés la misma idea necesita nueve letras y tres sílabas, yesterday. Pero esto es una excepción: a nivel de palabras, en general el inglés es más sintético que el castellano. Tiene palabras más cortas.

Por supuesto, no podemos tomar una palabra ni una frase aislada como referente. La diferencia real sólo se advierte trabajando a gran escala; el medio más sencillo es observar libros completos, donde las diferencias entre idiomas se hacen evidentes. Vamos a ilustrar esto con un ejemplo característico, enfrentando un texto griego antiguo con sus traducciones.

La tragedia Filoctetes de Sófocles original tiene unas 8.845 palabras, con 52.102 caracteres [1]. He aquí los números correspondientes de una traducción inglesa:

Jebb (inglés, prosa)relación
palabras13.6251,54
caracteres70.0331,38

El resultado se lee así: por cada 100 palabras del Filoctetes original hay 154 en la versión de Jebb; pero por cada 100 caracteres la traducción da 138. Hay, entonces, bastante alargamiento. La diferencia entre el griego y cualquiera de las lenguas occidentales modernas suele ser mucho más amplia que la que hay entre el inglés y el castellano, no tanto en los cambios de longitud en las palabras como por motivos de semántica: ante una palabra que no tiene un correspondiente exacto o aproximado en la lengua de traducción, muchas veces es preferible recurrir a giros “explicativos” antes que dar una idea errónea. Como consecuencia, en promedio las traducciones son mucho más largas que su original.

Y tratándose de tragedia griega no debería sorprender encontrar una distancia aun mayor: el verso en que están escritos sus diálogos es conciso y muchas veces denso; el que traduce en prosa naturalmente tiende a dejar que las frases se expandan, porque mantener esa concisión es costoso y a menudo da malos resultados. En cambio, quienes traducen en verso están más limitados, sobre todo cuando tratan de mantener una equivalencia en la cantidad de versos. Las restriciones que se han impuesto determinan los niveles de alargamiento. Veamos a continuación los números de dos traductores ingleses en verso de la misma obra:

McNamee (inglés, verso)relación
palabras11.3781,28
caracteres56.2811,11

Francklin (inglés, verso)relación
palabras10.3791,17
caracteres53.5701,05

En la versión de Francklin la proporción cayó de modo drástico, casi hasta alcanzar al original. En lo que hace a nuestro idioma, sería bueno poder aplicar estas tablas a una traducción castellana en verso como la de Fernández Galiano, que quiso usar alejandrinos (14 sílabas) para los trímetros yámbicos (12 ó 13), "pues, al ser nuestra lengua bastante más analítica y prolija que la griega, por no hablar de la latina, es cómodo para el traductor ese respiro de la diferencia entre doce o trece y catorce que nos permite no quedar rezagados respecto al original ni eliminar indebidamente partes importantes de él"; y sobre las partes corales dice: "mi sistema es muy estricto, pues se intenta en él reproducir cada verso con otro castellano de las mismas sílabas del original, aunque cum mica salis, porque evidentemente habría sido necesaria una enloquecedora casuística para atender a las sustituciones de larga por dos breves, faltas de responsión estrófica, etc.". Concluye: "Esta rigidez lleva consigo a veces el riesgo de cierta sequedad o incluso puede obligar a suprimir alguna palabra menos importante del original, pero creo que tales inconvenientes se ven compensados por una mayor tersura y brevedad lapidaria muy propias de este tipo de poesía helénica. Probablemente, modestia aparte, mis versiones son las que con menos verbosidad y retórica plasman los textos griegos".

No tengo a mano una versión electrónica de esa traducción para hacer los cálculos, pero a cambio podemos mirar dos en prosa bastante difundidas:

Alemany (castellano, prosa)relación
palabras12.3911,40
caracteres67.7321,33

Vara Donado (castellano, prosa)relación
palabras14.5591,64
caracteres79.8981,57

Seguimos teniendo bastante disparidad en los números. Alemany está un poco por debajo de Jebb; Vara Donado es más amigo de la extensión.

Seguramente estos números podrían ajustarse: tomando muestras más amplias, comparando con casos de traducción al inglés, viendo qué sucede en otros idiomas, etc. etc. Seguramente esto ya se hizo, de un modo más serio que el que podemos permitirnos aquí. Pero como ése no es el verdadero tema de este post, bastará lo dicho como ilustración del principio que queremos entender.

El inglés, decíamos, tiene por lo general palabras un poco más breves que el castellano, pero a veces compensa la diferencia usando más palabras. El que el sujeto expreso sea obligatorio, y el que los tiempos verbales sean muchas veces perifrásticos, implica que una frase breve en castellano puede tener una o dos palabras menos que su traducción al inglés. 'I suppose you will all stay to supper' dice Bilbo en The Hobbit; "Supongo que os quedaréis todos a cenar" dice en la traducción. Ocho palabras en la primera, siete en la segunda; pero 30 letras en una contra 32 en la otra.

Una narración contemporánea en inglés suele tener algunas páginas más que su traducción al castellano [2]. Veamos algunos números en las tres obras principales de J.R.R. Tolkien, realizadas por tres personas distintas (Figueroa, Domènech/Horne, Massera/Domènech):

The HobbitEl Hobbitrelación
palabras96.09093.7240,97
caracteres508.037533.5671,05

The LotREl SdlArelación
palabras526.234532.5031,01
caracteres2.786.6933.008.0451,07

The SilmarillionEl Silmarillionrelación
palabras153.804156.9821,02
caracteres833.362881.1221,05

Los dos últimos libros tienen un número mayor de palabras en castellano, por razones que no vienen al caso. La cantidad de caracteres, en cambio, es invariablemente más alta en castellano; la relación presenta una oscilación muy leve, entre 1,05 y 1,07 a favor del texto traducido, que es la que podemos esperar para este género particular de la traducción castellana de una narración inglesa. Pruebas similares dan resultados parecidos, pero haremos gracia al lector de ellos, porque todavía falta más de la mitad del post. Basta lo expuesto para lo que queremos ilustrar: hay naturalmente una cierta relación entre la cantidad de palabras de un texto narrativo inglés y su traducción al castellano. Vayamos ahora a un caso extremo de alargamiento traductoril.

II. Un caso extremo

Hasta la fecha, creo que no hemos mencionado en este blog a Terry Pratchett, autor británico mundialmente famoso por su serie de Mundodisco. Vale la pena mirarlo, aunque más no sea porque (como es habitual en humoristas) presta mucha atención a las palabras que usa; juega con el lenguaje; retuerce lugares comunes; se enamora de una palabra o expresión, que repite a lo largo de sus novelas con variantes hasta apropiársela definitivamente, de modo que nos la devuelve transformada para siempre. Alguna vez trataremos de mirar estos juegos con mayor detalle.

Es sensato entonces desear que la traducción de sus obras se realice con especial cuidado. El éxito que ha tenido Pratchett en el mundo hispánico parece dar fe de que las traducciones han cumplido con su cometido. Pero pasemos algunas de ellas (los primeros ocho de la serie de Mundodisco) por el tamiz de nuestras tablas, y veamos los resultados:

The Colour of MagicEl color de la magiarelación
palabras65.33168.4461,04
caracteres370.249402.1751,08

The Light FantasticLa luz fantásticarelación
palabras63.75665.5651,02
caracteres358.048382.8371,06

Equal RitesRitos igualesrelación
palabras65.81365.6310,99
caracteres363.816376.0371,03

MortMortrelación
palabras72.55677.9661,07
caracteres401.221443.9741,10

SourcererRechicerorelación
palabras78.70276.6590,97
caracteres439.929444.7281,01

Wyrd SistersBrujeríasrelación
palabras84.79383.5490,98
caracteres469.322474.9621,01

PyramidsPirómidesrelación
palabras86.983116.0291,33
caracteres483.617675.3431,39

Guards! Guards!¡Guardias! ¡Guardias!relación
palabras97.408102.0081,04
caracteres546.762589.7771,07

Como se observará, las relaciones están muy cerca de las halladas para las obras de Tolkien... con una importante excepción en la traducción del séptimo caso, Pirómides. Grafiquemos estos resultados según la cantidad de caracteres:

¿A qué se debe la diferencia? Lo primero en lo que uno se fija en estos casos es en el nombre del traductor. Ahí aparece la primera clave: los demás libros de nuestra lista están atribuidos a Cristina Macía Orío, pero Pirómides se debe a la pluma de Albert Solé. Queda claro que Solé necesita más palabras para decir lo mismo, puesto que Pratchett no cambia tanto su forma de escribir entre un libro y otro.

Podrá preguntarse si es realmente significativa la diferencia: de 1,05 a 1,39 el salto no parece tan amplio, y con una o dos palabras por frase tal vez se logre. A esto puede responderse: "¿Y qué pasa cuando la bolsa sube o cae un 33%? ¿Y cuánto significa para nosotros un aumento del 33% en el salario?" La diferencia es enorme, y hace falta un gran esfuerzo para llegar a ella diciendo lo mismo que el original. Solé lo consigue la mayor parte de las veces, de lo que veremos a continuación varios ejemplos. En algunos de ellos tal vez hayamos sido parciales, buscando los casos donde el salto es directamente exagerado; pero son por lo general representativos, y en muy pocas ocasiones se reduce a la relación normal. Dejemos que hablen los textos.

Mi caso favorito es éste: Teppic y Ptraci miran las pirámides del otro lado del río Djel. Él pregunta si ve lo que hacen del otro lado. En el original,

Ptraci squinted across the river.

En la traducción,

Ptraci entrecerró los ojos y concentró toda su atención en lo que estaba ocurriendo al otro lado del río.

No se puede decir que, en cierto modo, no esté diciendo lo mismo. El verbo squint significa "bizquear" o "entrecerrar los ojos"; aquí es más bien lo segundo, porque Ptraci seguramente hace el gesto característico de casi cerrar los ojos, fruncir el ceño, adelantar unos centímetros la cabeza y mirar fijamente, quizás haciéndose visera con la mano; y por contexto sabemos que lo hace para ver qué pasa del otro lado. La traducción no dijo todo eso, claro – pero casi.

Algo parecido pasa poco antes:

Somehow it added an extra thrill.

No estaba muy seguro del porqué, pero también hacía que todo resultara mucho más emocionante.

Otra vez, no se puede tener la seguridad de que no fuese absolutamente necesario duplicar o triplicar la longitud de la oración para transmitir el sentido; personalmente no creo ser capaz de decir lo mismo con una cantidad de palabras significativamente menor. Pero eso no quita que el traductor al menos haya tomado el camino más fácil, expandiendo allí donde el término exacto no se ofrece a simple vista. La consecuencia más evidente, que no hemos mencionado hasta ahora, es que el libro terminó teniendo unas 430 páginas, y según el otro patrón (regla de tres mediante) no habrían sido más de 340.

Vamos a una frase un poco más larga. Pratchett habla de la mesura que debe mostrar un asesino profesional al dispensar sus servicios:

An assassin might have to work his way to an inhume past a number of alert bodyguards. It was considered impolite to inhume them as well.

Un asesino podía verse obligado a llegar hasta el candidato a la inhumación abriéndose paso por entre una considerable cantidad de guardaespaldas pagados para que se mantuvieran alerta y con los ojos lo más abiertos posible, e incluirlos en la inhumación se consideraba una grave falta de cortesía.

Otra vez: tal vez sea un tanto difícil hallar un término para inhume, así que se recurre a la perífrasis. Pero probablemente no hacía falta la explicación de que los guardias estaban pagados para cumplir con su tarea ni el detalle de los ojos abiertos, desarrollo todo ello del sencillo alert.

Una reflexión acerca de los animales, algo más larga todavía:

It’s not generally realised that camels have a natural aptitude for advanced mathematics, particularly where they involve ballistics. This evolved as a survival trait, in the same way as a human’s hand-and-eye coordination, a chameleon’s camouflage and a dolphin’s renowned ability to save drowning swimmers if there’s any chance that biting them in half might be observed and commented upon adversely by other humans.

La misma reflexión, otra vez más larga:

Casi nadie es consciente de que los camellos tienen una aptitud natural para las matemáticas avanzadas, especialmente en todas las facetas de éstas relacionadas con la balística. La evolución les hizo adquirir esa aptitud porque aumentaba considerablemente las posibilidades de sobrevivir. Otros ejemplos de rasgos útiles para la supervivencia son la coordinación entre la mano y el ojo de los seres humanos, el camuflaje de los camaleones y la famosa habilidad para salvar marineros a punto de ahogarse de que dan muestra los delfines cuando existe el más mínimo riesgo de que otros seres humanos se encuentren lo bastante cerca para ver lo que realmente les gustaría hacer –normalmente partirlos en dos de un mordisco–, con los comentarios desfavorables y la lógica hostilidad posterior que provocaría ese tipo de comportamiento.

Los juegos de palabras deben ser un suplicio para los traductores del autor. Aquí Solé resuelve uno estirándolo:

The firebrick-hot houses around them were doing their slow motion mirror dance again, and the road was rising and falling in a way that solid land had no right to adopt.

‘It’s like the sea,’ he said.

‘I can’t see anything,’ said Ptraci firmly.

‘I mean the sea. The ocean. You know. Waves.’

Las casas de ladrillos calientes como hogueras que se extendían a su alrededor estaban volviendo a iniciar su movimiento a cámara lenta estilo cámara de los espejos, y el camino subía y bajaba de una forma que ningún terreno mínimamente sólido tenía derecho a utilizar.

–Es como el mar... –dijo Teppic–. ¡Eh! ¡Oh! –añadió. Maldito Bastardo acababa de dejar atrás un bache.

–Pues yo no estoy mareada –replicó Ptraci con mucha firmeza.

–No, me refería al mar. El océano. Ya sabes, las olas y todo lo demás.

Hubo que mencionar a Maldito Bastardo (el nombre del camello sobre el que van los dos personajes) para llegar a "mareo".

Pratchett hace una reflexión teológica [3]:

Seeing, contrary to popular wisdom, isn’t believing. It’s where belief stops, because it isn’t needed any more.

Traducida:

Contra lo que afirma la sabiduría popular, ver algo no produce el resultado automático de creer en ese algo. Cuando eso ocurre la fe deja de existir porque ya no es necesaria.

Aquí hay alargamiento, pero no tanto. Y sin embargo me parece un caso especialmente pernicioso, porque Pratchett usa una fórmula sencilla y concisa, que luego da vuelta y que mejor habría sido trasladar a nuestro idioma recurriendo a alguna variante del castizo "ver para creer". Nunca es lo mismo que "ver algo produce el resultado automático de creer en ese algo".

Otro caso en que este sistema de alargamiento aplicado a los chistes produce resultados desastrosos para el humor:

Koomi gave up the frontal assault. You couldn’t outstare that sapphire stare, you couldn’t stand the war-axe nose and, most of all, no man could be expected to dent the surface of Dios’s terrifying righteousness.

Koomi decidió renunciar al ataque frontal. Aquella mirada de zafiro ganaría cualquier concurso de resistencia pupilar, esa nariz tan afilada como un hacha de guerra podía abrirse paso a través de cualquier muro de argumentos que se le pusiera delante y, por encima de todo, ningún hombre podía albergar la esperanza de que lograría hacer mella en la aterradora aleación emocional compuesta a partes iguales de tengo-razón y no-me-equivoco que protegía al gran sacerdote.

Ya vimos un juego de palabras pobremente resuelto con "mar. ¡Eh! ¡Oh" más arriba. En otras ocasiones el juego se resuelve en un set completo con extensiones. Y no es que Solé no sepa hallar un buen retruécano en castellano, igualmente conciso y efectivo. Para ser justos, tenemos que mencionar uno de muchísima calidad, cuando se describe la desgracia habitual del heredero (heir) exiliado de alguna casa real, presa codiciada por el Gremio de Asesinos:

It was usually a case of heir today, gone tomorrow.

donde la relación con la frase 'here today, gone tomorrow' (algo así como "hoy aquí, y mañana se habrá ido") desafía al ingenio más agudo. La mejor solución es rehacer todo, y así se hace, con chispa y poder de síntesis:

...no había artículo más perecedero que un heredero. [4]

Lo normal, sin embargo, es que el chiste pierda casi toda su sal por el afán del alargamiento innecesario. Así pasa, en mi opinión, cuando se habla de los Oyentes profesionales, unos tipos que cobran por escuchar a quienes disfrutan hablando:

bards and poets are ten a cow, but a good Listener is hard to find, or at least hard to find twice.

Los bardos y los poetas proliferan como hongos, pero un buen Oyente es muy difícil de encontrar e incluso en el caso de que consigas encontrar uno hay muchas posibilidades de que no vuelvas a verle el pelo en toda tu vida.

¿Realmente no se hubiese entendido una traducción literal?

No voy a arriesgar una hipótesis acerca del motivo de esta política traductoril. A unos les parecerá divertido, a otros irrelevante, y otros se sentirán estafados. En todo caso, algún día sería bueno mirar en detalle el resto de la colección, donde Solé ha participado profusamente. [5]

La ironía está cerca del final, cuando Broncalo, amigo de Teppic, visita su palacio en el milenario país de Djelibeibi y llega a la sala del trono, contemplando los frescos y los tapices:

‘Nice place,’ he said, wrapping up thousands of years of architectural accumulation in a mere two syllables.

–Muy bonito –dijo, resumiendo miles de años de acumulación arquitectónica en cuatro sílabas.

De dos a cuatro sílabas – y eso que quedó fuera place.

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[1] Por pereza, hacemos el cálculo con el contador de caracteres, espacios incluidos.

[2] Por lo general la cantidad de páginas exagera: las convenciones tipográficas inglesas llevan a tener menor cantidad de párrafos, especialmente en las narraciones que incluyen diálogo, puesto que el castellano tiende a separar lo narrativo de lo dialogado. Por supuesto, las diferencias tipográficas (tamaño de letra, de caja, etc.) tornan prácticamente imposible cualquier comparación a simple vista. Tampoco es lo mismo en qué sentido se haya hecho la traducción (del castellano al inglés o viceversa), y hay dejar espacio para las peculiaridades del traductor. Pero la tendencia es aun así observable. En lo que sigue de este artículo obvio estos detalles, que al fin y al cabo esto es un blog.

[3] El humor está en una distorsión del argumento usual (elaborado desde 1 Cor 13, 13) de que la visión de la esencia divina hace que la fe "se detenga", porque la confirmación la vuelve innecesaria. En este caso, el personaje (Dil) siente tambalear su fe cuando ve cara a cara a los dioses en los que ha creído siempre.

[4] La palabra heir parece una favorita de Pratchett a la hora de hacer juegos de palabras. En la siguiente novela de la serie, Throat habla del 'rightful air' al trono de Ankh, que una traducción inspirada transformó en el "legítimo aireadero".

[5] Dando vueltas por la red se pueden hallar algunos breves comentarios acerca de la traducción de Pyromids, tanto elogiosos como no tanto.