jueves, 30 de abril de 2009

Médica o médico

En los años cincuenta Ángel Rosenblat recopiló en cuatro volúmenes titulados Buenas y malas palabras : en el castellano de Venezuela los amenos artículos sobre dudas y curiosidades lexicográficas que había escrito en diversos medios. Se trata de auténticos artículos hurgapalabras avant-la-lettre (¡Como si nosotros hubiésemos inventado algo!). Han transcurrido más de cincuenta años de su publicación, y el idioma ha cambiado en todos los países hispanohablantes, pero la mayoría de los artículos se leen aún con mucho provecho y placer.
A cuento de lo que comentamos tiempo ha sobre el problema de los géneros en castellano, transcribiremos a continuación uno del primer volumen, intitulado ¿Médica o Médico?
Señores, con ustedes... ¡Ángel Rosenblat!


Ángel Rosenblat

¿Médica o médico?

Se encuentra actualmente cierta resistencia femenina a las designaciones de médica, abogada, poetisa, etc. Las interesadas prefieren que las traten de médico, abogado, poeta. Esa resistencia no es privativa de Venezuela. La hemos notado en la Argentina y en España, se ha señalado también en Méjico y es seguramente de todo el mundo hispánico. ¿Se justifica o no?
En el uso de las formas femeninas hay tres épocas. En la primera, desde los tiempos más remotos de la lengua (la tendencia se manifiesta ya en latín), se van generalizando progresivamente las formas femeninas: maestra, suegra, señora (todavía en el Arcipreste de Hita, aquesta mi señor), infanta (antiguamente la infante), clienta, monja, etc. El femenino designa muchas veces, como en la presidenta, la generala, la tenienta, la zapatera, etc., a la mujer del presidente, del general, del teniente o del zapatero (recuérdese La zapatera prodigiosa de Federico García Lorca). El título de la mujer era una prolongación del del marido.
Viene entonces una segunda época, de feminismo naciente y expansivo. Las mujeres aspiran a una designación propia y diferenciada. La presidenta, la regenta, etc., ya no son la mujer del presidente o del regente, sino la que preside o rige. Se imponen así doctora, profesora, anfitriona, notaria, jefa, diputada, ministra, candidata, consejera, cirujana, jurisconsulta, mayordoma y centenares más (hasta concejala, consulesa, choferesa, etc.), a medida que la mujer va penetrando en los diversos campos de la actividad social, reservados antes al hombre. La función creó el órgano expresivo. No faltaron gramáticos conservadores y huraños que regatearon la legitimidad de esos títulos. Pero el feminismo gramatical se impuso.
Ahora viene una tercera época. Al generalizarse la forma femenina cundió en algunos casos el descrédito. Un ejemplo claro y ya viejo es el de bachillera, simple femenino de bachiller, que pronto se hizo sinónimo de pedante y charlatana: "¡No seas bachillera!". Es natural que una alumna graduada en el Liceo Andrés Bello prefiera que la traten de bachiller. Algo análogo está pasando en los últimos tiempos con los títulos de abogada, médica, ingeniera, y sobre todo con el excelso de poetisa (formado como sacerdotisa, etc.). La superproducción los está desvalorizando. Unamuno, para burlarse de ciertos poetas, los llamó poetisos. ¿No es explicable que las poetisas prefieran hoy que las llamen poetas? "Safo no era poetisa; era poeta" -nos dice con cierto énfasis una ilustre amiga. Si yo digo: "Safo es la poetisa más tierna del mundo", la comparo con las otras poetisas. Pero claro que la afirmación tendrá otro valor si digo: "Es el poeta más tierno del mundo".
La tendencia a emplear la forma masculina no es tan nueva. Ya la Condesa de Pardo Bazán ponía junto a su firma: "Catedrático de Literatura contemporánea en la Universidad de Madrid." Además, una serie de sustantivos presentan cierta resistencia a la flexión. Por ejemplo, los terminados en -e o en consonante mantienen muchas veces su forma: la consorte, la intérprete, la adolescente, la estudiante, la paciente, la juez, etc. En esta resistencia de la forma se ha apoyado cierta reacción purista o seudopurista contra la flexión de algunos nombres: la sirviente, la pariente, la jefe, la aprendiz, etc. Pero los sustantivos en -o no ofrecen esa resistencia, salvo en casos excepcionales: miembro, por ejemplo, o términos jurídicos como testigo o reo, o voces recientes como soprano o modelo. ¿Será entonces una incorrección el uso de la abogado, la médico, una poeta? En defensa de estas formas se alegó al principio el hábito del francés, enemigo en estos casos de la flexión (poétesse es peyorativo). Pero la razón primordial es sin duda de otro orden. Es natural que el uso de un título o de un tratamiento esté condicionado por la valoración social. La forma del masculino conserva mayor prestigio. ¿No está pasando lo mismo en italiano? ("Quella signorina è dottore in medicina"). En la gramática castellana el masculino tiene el privilegio de ser el portavoz de la especie, mientras que el femenino es excluyente. Cuando decimos, con optimismo y poca modestia, que "el hombre es un ser racional", es indudable que incluimos también a la mujer. La nueva aspiración de la mujer a usar el título masculino representa, pues, un derecho que no puede negársele. Entre otras razones, porque no se le pueden negar ningún derecho.

miércoles, 29 de abril de 2009

Ilación

Nuestro amigo y seguidor Efenlot me escribió hace un tiempo para contarme las impresiones de su lectura de un relato mío, y entre otras cosas me dijo:

Para hacerte reir, te cuento que cuando leí "ilación" me dije en un primer instante "no puede ser, Bungo se comió la "h""! Claro que enseguida pensé que más bien yo vivía con la errónea idea de que es "hilación" porque viene de "hilar", y esto de "hilo". Pero fui al diccionario de la RAE, y me "desburré". Esa palabra es digna protagonista de una entrada en Hurgapalabras, ¿no te parece?

Sí. Muchas veces asociamos equivocadamente ilación a hilo. En defensa nuestra, hay que tener en cuenta que la tercera acepción de hilar para la RAE es:
3. Dicho de algunas cosas: Discurrir, trazar o inferir de otras.
Que dicho sea de paso, me parece una frase bastante ripiosa. En el diccionario de 1734 decía, con mejor estilo:
HILAR: Metaphoricamente vale discurrir, trazar, ò inferir unas cosas de otras: como hilar un discurso, un cuento, un enredo, &.
La distancia de este hilar a ilación (="Acción y efecto de inferir una cosa de otra") es, bien mirada, mínima. Pero eso no quita que el origen de la palabra sea otro.

Si van en busca de ilación al Diccionario Etimológico de Corominas, se encontrarán con un sorprendente:
Ilación VÉASE Preferir

Los véase de Corominas son una sorpresa permanente, porque el filólogo catalán ha empleado el criterio de reunir en una sóla entrada todos los términos que por su parentesco etimológico ameritan compartir la misma explicación. En este caso, la relación entre ilación y preferir es que ambos provienen del verbo latino fero (="llevar").

¿Que ilación viene de fero? ¿Cómo es eso? Pues sucede que el verbo fero es anómalo; en las formas perfectas ha perdido su raiz y usa otra distinta, la misma que está detrás del verbo tollo. Por eso el pretérito perfecto es tuli, el supino latum (>tlatum) y de in-fero ("inferir") hubo una forma in-latu, que con el sufijo +TIO dio illatio/illationis="ilación".

Pequeño excurso: hablando de verbos anómalos, en español tenemos un caso notable en el verbo ir, que usa raíces de tres verbos latinos distintos: VADERE para las formas del presente (voy, vas, va...), IRE para el futuro (iré, irás, irá...), y (si no me equivoco) FUGERE para el pasado (fui, fuiste, fue...).

El significado original de illatio en latín era el acto de "haber llevado", y se usó para referirse al enterramiento de cuerpos muertos, o la entrega de sacrificios y ofrendas. Es interesante notar que ofrenda y oblación tienen la misma relación que inferir e ilación, basadas en la relación fero-latum.

La lógica clásica empleó tanto el término inferir como ilación para hablar de silogismos. En ese contexto -el de la lógica- fue que comenzó a usarse en español, y durante mucho tiempo sólo en él. La primera aparición que registra el CORDE del término es de c1550

- Señor, siempre que voy a las escuelas y veo disputar, he mirado que todos porfían sobre estos tres dedos de aquí allí y de allí aquí, y que nunca de allí salen. Declaráme qué cosa es ésta.

Respondió el tío, medio reyendo:

- Si me entendieses, decírtelo hía. Y en dubda, te lo quiero decir: Has de saber que el más usado y principal modo de argumentar en todas las sciencias es el silogístico; y todo silogismo tiene tres términos, a lo menos el categórico de medio común. El uno se llama mayor extremidad y el otro, menor extremidad, y el otro, medio. Y destos se ordenan dos proposiciones y una conclusión o ilación, de manera que todo se viene a ejemplificar en estos tres dedos.

Arce de Otálora, Coloquio de Palatino y Pinciano
Hoy en día usamos ilación principalmente para referirnos a la coherencia del discurso, y en general echamos mano de ella cuando notamos su ausencia. Sigue siendo un término bastante técnico, y no nos sorprende que no cuente con familia cercana. Aunque si recordamos su etimología, parientes lejanos tiene muchos: por el lado de tollo le queda el primo tolerar, y de la familia postiza de fero una caterva impresionante de concuñados: preferir, referir, transferir, inferir, conferir, diferir, interferir, todos los adjetivos terminados en -fero como mortífero, odorífero, pestífero, o verbos como vociferar, o sustantivos como oferta, ofrenda, etc.

Para cortar el hilo de este artículo con alguna ilación y dejar menos avergonzados a quienes cometen el error de escribir ilación con hache, les comentaré que están en compañía de un puñado de escritores famosos (con lo cual pueden alentar esperanzas de una pronta legitimación de la hache por parte de la RAE). Por ejemplo, Julio Cortázar dice en Rayuela:

- Vos no seguiste el razonamiento -dijo Oliveira, ofendido-. Primero mencioné la mano machucada, y después pasé a los clavos. Entonces vos me antepusiste que unas piolas no te dejaban ir a la cocina, y era bastante lógico que las piolas me llevaran a pensar en el cortaplumas. Vos deberías leer a Edgar Poe, che. A pesar de las piolas no tenés hilación, eso es lo que te pasa.

Y otra luminaria del Boom de la narrativa latinoamericana, Miguel Ángel Asturias, que mereció no sólo el premio Nobel de Literatura sino incluso el Premio Lenin otorgado por la Unión Soviética, escribió:

Mi amigo llevaba algunas flores que con devoción sentimental depositó sobre la plancha que cierra el sueño eterno del poeta guatemalteco, haciéndome el elogio del que nosotros conocemos por su insuperable traducción de Las campanas de Edgar Poe y su Christmas. Una sencilla inscripción reza sobre la tumba que allí reposa un poeta de Guatemala.

Por hilación de pensamientos recordamos, allí mismo, todos los epitafios célebres...

Asturias, Miguel Ángel, En la tumba de Domingo Estrada


Si escritores tan festejados escribían ilación con hache, por algo lo harían, ¿no? ¿O usted es de los que creen que el Boom de la narrativa latinoamericana fue puro humo?

lunes, 27 de abril de 2009

Dos años hurgando palabras

¡Nuestro blog cumple dos años! Es hora de contemplar por un instante la cosecha: más de sesenta artículos, veinticinco mil visitantes, y un puñado de amigos fieles que comparten la pasión por las palabras. ¡Hay incluso quienes nos reclaman una mayor frecuencia de publicación, con lo cual demuestran que aún no hemos llegado al hartazgo! Lo cierto es que además de los accidentes de nuestras respectivas vidas personales, una parte de nuestro tiempo "de conexión a internet" se ha ido en la preparación de otros sitios: en especial, de la Sociedad de Fomento Los Zánganos, que Diego anunciara el mes pasado, dedicada a difundir la obra de uno de nuestros humoristas y artesanos de la palabra favorito, Plum Wodehouse.

Por mi parte, también he dedicado parte del tiempo a publicar e ilustrar mis cuentos de homenaje a Tolkien (cuentos sobre hobbits), mientras que Hláford, con sus colegas del Departamento de Traducción Irreverente sigue enriqueciendo la que sin duda es la mejor página existente sobre Tolkien y su traducción al español.

Pero estas tareas no nos han hecho olvidar de nuestro blog Hurgapalabras. Los planes para este año son:
1) Seguir publicando con la mayor asiduidad posible nuestras tradicionales inquisiciones en la historia de las palabras y sobre dilemas de traducción.
2) Transcribir artículos de eximios hurgapalabras del pasado (como hemos hecho con Julio Casares), cuando no estén disponibles en texto electrónico (que es con mucha frecuencia).
3) Invitar a nuestros amigos que sientan el impulso de escribir artículos como los nuestros a sumarse al proyecto, ya sea con una colaboracón puntual, ya sea con carácter más permanente.

¡Nos leemos!