De tanto mirar con lupa la traducción española de El señor de los anillos, a veces podemos dar la impresión de que la consideramos mala. Es cierto que está plagada de errores, pero la peculiar índole de la obra vuelve comprensibles muchos de esos errores, y como texto literario la versión española de Minotauro merece elogios.
La reflexión viene a cuento de un detalle minúsculo que he estado hurgando en estos días. Cuando aparecen en escena por primera vez los ucornos (Las dos torres, capítulo Restos y despojos), Merry los describe como “huraños y salvajes”. El primer adjetivo calificativo que se le asigna a un nuevo personaje suele ser decisivo, ése que lo definirá para el resto del relato. Por lo menos, en mi caso puedo afirmar que si me piden describir a los ucornos, comenzaré sin duda diciendo que son seres huraños (así ha quedado cristalizada en mi memoria su imagen).
Pero al cotejar la versión original, encuentro que el término empleado allí por Tolkien es queer, una palabra cuyo campo semántico tiene sólo cierta intersección con huraño.
Queer, que quiere decir "extraño, excéntrico, peculiar", al parecer es un término tomado del escocés, a su vez tomado del bajo alemán quer "oblicuo, perverso", relacionado etimológicamente con el inglés thwart, de la raíz indoeuropea *twerk- que en latín dio torquere, y luego en español palabras como torcer y tortuoso.
Personalmente, encuentro queer menos expresivo que huraño, así que voy a aventurar la escandalosa opinión de que –por esta vez- la versión española supera al original.
Huraño es una magnífica palabra, de significación compleja, que probablemente no tenga una traducción exacta a otros idiomas. Ser huraño es ser a un tiempo reservado, tímido, distante, y hosco (aunque el diccionario de la Academia lo define simplemente como “el que huye y se esconde de las gentes”). Viene del latín foranus, que tuvo dos derivaciones: la popular huraño, y la culta, foráneo. Foranus significaba extranjero (lo que estaba más allá de las “fores”, las puertas de la ciudad), y al extranjero se lo consideraba huraño debido a que no podía comunicarse, asumiendo entonces una típica actitud retraída, reservada.
He aquí entonces el hilo de Ariadna que nos lleva de queer a huraño:
Queer = strange < extraneus = foraneus > huraño
Y no me "extrañaría" nada que los traductores de Minotauro tuvieran en cuenta esta cadena de asociaciones etimológicas a la hora de traducir queer por huraño, porque en otros pasajes demuestran estar atentos a matices como estos.
Pero hay más detalles a considerar.
Detengámonos un minuto en otra decisión –mucho más importante- que el traductor debió tomar unas líneas antes en el mismo texto: la de volcar al español el nombre de las hurañas criaturas. Tolkien las había bautizado huorns. ¿Qué había detrás de esta palabra inventada? Estudiosos de las lenguas de Arda especulan acerca de la relación que pueda existir entre huorn y alguna raiz quenya (aquí me menciona Hláford un detallado estudio de Juan Villa al respecto), pero en realidad la única pista sobre el significado la da Merry en el mismo pasaje, cuando dice:
“Todavía tienen voz y pueden hablar con los ents, y es por eso que se los llama ucornos, según Bárbol”.La mención es enigmática. ¿Deberíamos suponer que huorn significaba “hablador” en algún idioma dentro de la Tierra Media, o se trata de un término sustituto, perteneciente a la pretendida traducción al inglés, tal como hobbit lo sería de kuduk?
Los traductores españoles supusieron lógicamente esto último, y creyeron [1] ver en huorn una alusión al término horn, "corno". Echando mano de una lógica creativa impecable, mantuvieron la u intrusa, la movieron a una posición donde no causara asociaciones indeseadas, y acuñaron la palabra ucorno, que no deja de tener su encanto[2]. Antes de decidirse, habrán jugado con otras posibilidades, como huornos, huronos, cuornos (todas ellas objetables porque nos distraen al recordarnos hornos, hurones, y cuernos). Pero esas combinaciones deben haber dejado flotando en el aire la palabra huraño, que formalmente se le parece tanto a huorn, y a la primera oportunidad de estamparla lo hicieron, uniendo para siempre la ucornidad con lo huraño. Estoy obrando un poco como Sherlock Holmes, con puras conjeturas, pero me complace adivinar que esa miríada de asociaciones bombardea siempre la mente de un intérprete enamorado del lenguaje.
¡Mis saludos a los traductores que nos ayudaron a ingresar a la Tierra Media y disfrutar de ella!
¡Y adiós ucornos, forasteros que apenas pisan la historia de los hobbits, hojas a medio pintar en el cuadro de Niggle!
[1] Hablo siempre de los traductores en plural debido a que los límites del aporte de cada uno de ellos han sido siempre algo borrosos. Pero no debe colegirse de ello que se haya tratado de un auténtico “trabajo en equipo”.
[2] Curiosamente, la traducción italiana emplea la misma palabra ucorno. Dejo pendiente la tarea de averiguar si se trata de una coincidencia, o cuál traducción influyó sobre la otra.
Tienes razón, yo siempre tuve asociado el hurañismo a los ucornos, incluso sin recordar haber leído ese adjetivo en el libro.
ResponderEliminarLa relación entre huorn y huraño me parece preciosa simplemente. Como bien dices, aun teniendo sus fallos, la traducción consigue juegos maestros en ocasiones.
Tiene gracia que hoy en día queer signifique homosexual en argot anglosajón.
Tu sabes Bungo que lo que es yo, siempre vi la traduccion castellana de Minotauro como una buena version, hasta que comence a leerte y empece a ver la cara de horror de Carla cuando le decia los nombres "traducidos".
ResponderEliminarAun asi la descripcion que hacen los traductores de los ucornos es precisa y preciosa, a mi me pasa lo mismo tiendo a juzgar un personaje por el primer adjetivo que se dice de el, especialmente en una novela como SDLA tan hobbitcentrista, todo esta teñido de la vision de Merry y Pippin.
Muy buen articulo como siempre :)