martes, 25 de agosto de 2009

Amarillo

Hoy, amigos hurgapalabras, quisiera hablarles del color amarillo. El hilo de las ideas que me lleva a él es algo antojadizo, así que pido toda la paciencia disponible.
Recientemente Minotauro volvió a poner en circulación nuestra traducción de los trece poemas que constituyen Las Aventuras de Tom Bombadil, esta vez incluyéndolos en el volumen Cuentos desde el Reino Peligroso. Al decir “nuestra traducción” aludo a un grupo de audaces aficionados que hace once años dimos en volcar tales poemas al castellano, sin pretensiones de publicación ni demasiada prisa, como una forma de leerlos en profundidad, de aquilatar su riqueza léxica y rítmica.
El mundo era distinto hace once años; había menos ruido y más verdor. Me refiero, claro, al mundo de Internet. Por ejemplo, prácticamente nadie en la lista Tolkien tenía acceso a los originales de esos poemas, y al principio fuimos consiguiéndolos de versiones impresas y transcribiéndolos con cuentagotas y considerable emoción.
De ese proyecto entrañable (que otros con más constancia y saber llevaron a buen puerto) me queda el orgullo de haber dado el puntapié inicial, aunque mi intención era modesta: tan sólo pretendía que tradujésemos el poema que da nombre al libro. Y la primera rima que resolví fue la de estos dos célebres versos:
Old Tom Bombadil was a merry fellow
Bright blue his jacket was and his boots were yellow
El color amarillo de las botas de Tom es uno de esos rasgos gratuitos y aparentemente casuales que sin embargo calan hondo y hacen a la dimensión poética del personaje. A lo largo de los años me descubro una y otra vez musitando esos versos y su rima como si tuvieran un no sé qué de fórmula mágica, y cuando lo hago pienso en el color amarillo –o más que en el color, en la palabras yellow y amarillo.



Siempre me ha intrigado el hecho de que mientras tantos idiomas occidentales han adoptado la misma palabra para hablar de este color, nuestro idioma haya preferido un término completamente distinto.
El yellow inglés (geolu en inglés antiguo) es etimológicamente hablando el mismo giallo del italiano, jaune del francés (que antiguamente era jalne), gelb del alemán, želvas del lituano, y un largo etcétera de derivados de la raíz proto-indoeuropea *GHEL- que pueden rastrearse por toda Europa y más allá, en el polaco, ruso, sánscrito, avesta, etc.
Lo curioso de esta raíz *GHEL- y de sus descendientes es que en ella se confunden las nociones de amarillo y verde. Tanto el latín galbus, galbinus como el griego khloros (del que proviene nuestro cloro) estaban por “amarillo verdoso”. En griego, la bilis (amarillo verdosa) era kholos. En ruso verde es zelenyj y amarillo es zeltyj. Hay quien opina que la confusión entre verde y amarillo puede deberse al hecho de que estos nombres de colores se habrían aplicado principalmente a la vegetación, que oscila durante el año entre ambos tonos. Pero otro origen interesante es el que nos sugiere kholos=”bilis”. El cambio de color en la piel de quienes se ven afectados por desarreglos biliares ha sido muy estudiado por la medicina antigua, e inspiró una teoría completa de los humores corporales (que a su vez nos ha regalado una cornucopia de términos como melancolía, atrabiliario, sanguíneo, flemático, colérico, y la misma noción de Humorismo).


Pero si *GHEL- =”amarillo” triunfó en tantos idiomas, ¿cómo es posible que no haya cruzado los Pirineos? ¿Hay acaso algún rastro de esta palabra en español?
Pues bien, ¡sí lo hay!, aunque se trata de un descendiente que ha caído hoy en algo muy parecido al olvido. Me refiero a la palabra jalde.
jalde.
(Del fr. ant. jalne, y este del lat. galbĭnus, de color verde claro).
1. adj. Amarillo subido.
(RAE)
Así que ¡ya ven! Tenemos, después de todo, a nuestro jalde, pariente cercano de yellow. El término es de rancia prosapia ibérica. Ya Alfonso el Sabio escribía en su General Estoria, hacia 1270:
E aquellas mugieres que afeitavan a Josep pusiéronle una redeziella sobre los cabellos labrada con aljófar e con piedras preciosas, e vistiéronle paños de seda jalde labrados con oro e con plata a señales de ruedas vermejas por sus logares otrossí con oro.
El término jalde se usó especialmente para describir sedas y pañuelos, y también como nombre de un mineral muy tóxico, el sulfuro de arsénico, más conocido como oropimente, que fue uno de los pocos colorantes de tono amarillo anaranjado usados históricamente por los pintores hasta que en el siglo XIX se descubrió el Amarillo de Cadmio.
No podemos afirmar que el término esté muerto. El CORDE me enseña que Azorín lo emplea un par de ocasiones, y Antonio Machado dice en Otras canciones a Guiomar:
Abre el rosal de la carroña horrible
su olvido en flor, y extraña mariposa,
jalde y carmín, de vuelo imprevisible,
salir se ve del fondo de una fosa.
Sería bueno revivir un poco a jalde, ¿no? Sobre todo lanzo esta sugerencia a los poetas, que pueden sacar provecho del encanto que tienen las palabras no ajadas por la cotidianidad.
Y nos toca ahora hablar de amarillo. ¿De dónde proviene esta palabra? Si, siguiendo la contundente refutación de Corominas, desestimamos la teoría de Mahn sobre una relación con ámbar, nos queda la version más aceptada por los etimólogos, que sostiene que nuestra palabra proviene del latín amarus=”amargo”. Démosle la palabra al susodicho Corominas:
[…] hemos de partir de AMARUS, AMARELLUS como nombre del bilioso. Aquí sí se trata de una coincidencia entre lo amargo y lo amarillo conocida de todo el mundo y ampliamente debatida por la medicina antigua, con hondas raíces populares. Ya Galeno, que a su vez se funda en Hipócrates, al hablar de la bilis llamada amarilla (ξανθή), a distinción de la bilis negra, atra bilis o melancolía, dice que se la llama también bilis pálida (ωχρά) o amarga (πικρά) y en otro paisaje agrega que los médicos en lugar de bilis (χολή), solían decir τήν πρικάν τε και ξανθήν. Ahora bien, si a los ictéricos o biliosos les llamaron los médicos griegos, desde Hipócrates, πρικοχóλους ´los de hiel amarga´, nombre cuya resonancia rabelesiana está en la memoria de todos, ¿será mucho suponer que el latín, menos acostumbrado a la formación de compuestos, tradujera esto con una palabra simple llamando AMAROS a los ictéricos, o bien AMARELLOS? Con este diminutivo, que el pueblo empleó al principio para dar salida a la compasión que le inspiraban estos enfermos, quedaba cortado el vínculo con AMARUS ‘amargo’, y la separación se ahondó al cambiarse en iberorromance amaro por amargo; desde entonces la conciencia popular, olvidada la idea de amargor, ya no recordó más que el carácter más visible del amarellus o ictérico, su palidez amarillenta […]
Sigue Corominas explicando que en lo antiguo amarillo es más sinónimo de "pálido" que equivalente al color del azafrán. Acoto yo otro dato de interés: en inglés, hay una doble relación etimológica entre la ictericia y yellow: por un lado, ictericia se dice jaundice, que proviene del francés jaune="amarillo". Por el otro, “bilis” se dice gall, que es otro derivado de la raíz *GHEL- ="amarillo". Así que –después de todo- yellow y amarillo no están tan alejados; al menos, se unen a través de la bilis.
Resulta un poco desalentador que un color tan hermoso y cargado de simbolismo como el amarillo esté tan ligado históricamente a los desarreglos digestivos, ¿no es así?
Para que esta etimología no nos deje un gusto amargo, cerraré el artículo con un comentario de alto vuelo: otro pariente de galbinus en latín era galbulus, un pájaro amarillo, tal vez la oropéndola, que en inglés se llama golden oriole. Golden y gold, dicho sea de paso, vienen ¡ellos también! de la raíz *GHEL-. Y voy a coger la ocasión al vuelo para presentar aquí a los nuevos ídolos de mi panteón musical, los incomparables Mills Brothers, cantando una canción que se ha constituido en mi favorita. Su título es… Yellow bird! En ella el narrador, como un nuevo Tom Bombadil, le canta a un pájaro amarillo sus desventuras amorosas, y los compases transcurren morosa, deliciosamente, como si nos hubiésemos sacado las botas jalde y estuviésemos remojando los pies en un remanso del río Tornasauce.


4 comentarios:

  1. un balde jalde compra el alcalde,
    dos baldes jaldes compra el alcalde,
    tres baldes jaldes compra el alcalde,
    Uno, dos, tres, cuatro, cinco y seis
    baldes jaldes compra el alcalde.

    XD
    Gaeren

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  2. Muy interesante. Los nombres de los colores dan para muchas investigaciones. ¿Por qué para nosotros "colorado" es el rojo? ¿Cómo se llamaban el naranjo, el lila y el violeta antes de que se conocieran las naranjas, lilas y violetas?

    Cuando empecé a leer creí que "jalde" iba a ser "gualdo", ahora sé por el DRAE que ese "amarillo" viene del color de las flores de una planta, la gualda. Saludos.

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  3. Pero en catalán amarillo se dice groc, del latín crocus, que significa azafrán. Que por su parte viene del árabe za‘farān, que viene de la raíz semítica "sfr" que significa, como imaginarán... amarillo.

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  4. Hola Alejandro,
    bellísimo y detallado blog cuya erudición agradecemos. Lo encontré buscando el origen de la palabra jalde, justamente para un poema, que si me da ud señales de vida se lo enviaré cuando lo acabe.

    Alguna vez alguien me dijo que más que escritor parecía un buscador de palabras. Qué alivio encontrar alguien que sí lo es en realidad.

    Saludo desde Colombia. carlosmauricio.vega@gmail.com

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