– Psss. Psss. Don Hláford. Sí, aquí. Disculpe que le hable en voz baja, pero no quiero que los demás se enteren. Mire, le tengo que confesar algo que me remuerde la conciencia. Aunque algunos de los amigos que nos leen se sienten inclinados a creer que somos unas eminencias filológicas porque escribimos estos artículos hurgando palabras, la verdad es que –en lo que me toca– soy bastante ignorante, y saco la mayor parte de mis conocimientos de Internet.
– ¡Ajá! Se esparce por los foros el rumor: "Bungo saca información de Internet". ¿Y eso le preocupa? ¿No se ha puesto a pensar que, en el momento mismo de escribir estas líneas, usted y yo somos Internet? Si usted toma algo de un sitio y lo repite aquí, no hace más que reorganizar una ínfima sección de la información disponible en la red. (1)
– Eso de "reorganizar" suena positivo, me hace cobijar la esperanza de que no estemos simplemente contribuyendo al caos. Pero imagino que algunos lectores querrán ir a las fuentes y prescindir del dicharachero intermediario. Así que –con su permiso– voy a comentarle cuáles son mis fuentes favoritas, esas en las que abrevo cada vez que hurgo palabras. ¿Le parece bien?
– Excelente. Nada como ir a las fuentes, porque (como dijo el poeta) "el mal está no en la fuente, sino en la elección maliciosa". De modo que ¿dónde va usted en primer lugar cuando se enfrenta con una palabra castellana?
– Como podrá imaginarse, al sitio de la Real Academia Española. La RAE ha ido mejorando con los años la usabilidad de su sitio web, y hoy podemos decir que tiene una interfaz cómoda y bastante rápida (cuando el servidor no está caído). Además del diccionario actualizado, nos da acceso a otros repertorios valiosos: el Tesoro Lexicográfico, que nos permite buscar términos en todas las ediciones de los diccionarios académicos a la vez; el CREA (corpus del español actual, una recopilación de textos desde 1975 hasta la actualidad); y el CORDE (corpus diacrónico del español, con textos que abarcan desde el Medioevo hasta 1975). Esta última herramienta se me revela cada vez más útil. En fin, todo lo que usted necesita para indagar cómo se usó una palabra.
– Sin olvidar el útil Panhispánico de dudas que ofrece la misma Academia, ya no tanto para investigar como para escribir más o menos bien. Pero... ¿todo? La Academia a veces no termina de convencer con sus etimologías, como aquella vez que "patata" provenía de "un cruce entre papa y batata", y al mismo tiempo "batata" provenía de "patata". ¿Recomienda ir a consultar el Diccionario Crítico Etimológico de Corominas, en papel? ¿Y qué tal es el abreviado en un solo tomo?
– Corominas es imprescindible, y por ahora sólo en papel. No he frecuentado el abreviado, pero el completo es una obra fascinante, pasional, sagaz, implacable, y que muestra sin tapujos los muchos huecos etimológicos que quedan por investigar. Ahora bien, si la palabra a hurgar pertenece a la lengua de Shakespeare, ¿qué derroteros virtuales suele usted seguir?
– Si se refiere a la lengua de Shakespeare-Shakespeare, me gusta la web de hamletworks.org y otras por el estilo. Pero usted seguramente se refiere al inglés en general. En ese caso, uno empieza por etymonline.com, de D. Harper, que combina acceso fácil y elegante con una profundidad más que aceptable. No por nada se ha convertido en una referencia estándar cuando la gente refiere etimologías inglesas en la web. Cuando lo que halla ahí no le satisface, o quiere profundizar en la discusión, debe ir a los diccionarios: Merriam-Webster tiene siempre referencias etimológicas, lo mismo que el American Heritage. Pero la fuente online más completa es tal vez el Oxford English Dictionary... pago, lamentablemente. Y si lo que está investigando son nombres, Behind the Name es de lo más prestigioso.
– Las lenguas europeas están todas íntimamente relacionadas, así que por lo general yo termino husmeando en los sitios ingleses aunque busque palabras castellanas. Lo mismo me pasa con un diccionario etimológico italiano excelente: el Vocabolario Etimologico della Lingua Italiana di Ottorino Pianigiani, que no dejo nunca de consultar.
– Yo, que siempre me afano y me desvelo por parecer que tengo de filólogo la gracia que no quiso darme el cielo, me doy dique citando en latín y griego, para lo cual el Perseus es de lo más cómodo, si bien un poco lento: uno puede pasarse meses investigando todas las herramientas y fuentes que ofrece, sin agotarlas. Pero tal vez usted quiera ver diccionarios un poco más actualizados que el L&S y el LSJ; pero en ese caso tendrá que ir a buscar los ejemplares en papel de Glare, Niermeyer, Lampe... ya algún día existirán versiones electrónicas de éstos.
Y por fin, si lo que le gusta es la especulación indoeuropea, hay varios sitios donde ir, en general derivados de los mismos trabajos de Starostin: el Indo-European Etymological Dictionary parecería ser el más cuidado, si bien yo prefiero usar una versión sin frames. Un sitio simpático que toma elementos de aquéllos es Dnghu, dedicado a revivir el indoeuropeo como lengua de uso (allí puede hallarse un Pokorny traducido al inglés, bendición para quienes no hablamos el tudesco).
(1) Más bien debería llamarle la atención esto de ir a buscar algo en (por ejemplo) un libro y trasladarlo al éter.
Qué buena recopilación de fuentes. Me han permitido descubrir muchos lugares que no conocía y de paso ma han inspirado a hacer algo similar para nuestro pequeño mundo linguístico tolkiendil.
ResponderEliminarSaludos a ambos, aunque lector silencioso, siempre los sigo.
Yo siempre he creido que lo mas importante no es que te sepas todo de memoria, sino que sepas DONDE buscar lo que quieres saber.
ResponderEliminarPerooo debo confesar que aunque me den sus fuentes yo no me pego la busqueda :P para eso hay que tener amor por las palabras en si mismas y eso es lo que los 2 tienen.
Prefiero sus post, llamenme floja, pero asi tengo novelas detectivescas para leer o conversaciones privadas que escuchar tras la puerta cada vez que quiera saber algo interesante sobre palabras :) shhh