martes, 19 de mayo de 2009

La burra de Balaam

La semana pasada me entregué a un festín literario (de un solo plato, pero tan sabroso que valió por muchos) con la lectura de la novela Right Ho, Jeeves, de Plum Wodehouse, que es una delicia de humor. En el capítulo 19 tuve motivos para sentir halagada mi vanidad filológica; la página concluía con este párrafo (quien habla es Bertie Wooster, una de sus criaturas más simpáticas y memorables):

Comencé a sospechar que no estaba haciendo auténticos progresos. Recuerdo que cuando gané el premio de Conocimiento de las Escrituras me tocó explicar los hechos referentes a la burra de Balaam. No tengo memoria de cuáles eran exactamente, pero aún conservo una especie de impresión general de algo clavando las patas en el suelo y echando atrás las orejas, negándose a cooperar; y me pareció que eso era lo que Ángela estaba haciendo ahora. Ella y la burra de Balaam eran, si se me permite la expresión, almas gemelas.
Enseguida se me dibujó una palabra en la mente (ahora soy yo -Bungo- el que habla, y ya no Bertie), que describía exactamente el comportamiento de la burra de Balaam. Una palabra que yo había ido a buscar al diccionario etimológico un par de meses atrás.

La burra de Balaam según Gustav Jaeger

Al dar vuelta la hoja y continuar la lectura, vi que Wodehouse seguía mi mismo hilo de pensamiento. El texto continuaba:
Hay una palabra que comienza con "r", "re"-algo, "recal..." algo... No, se me ha ido. Pero a lo que apunto es a que así es como Ángela se estaba mostrando.
En cuanto al uso del lenguaje, el buen Bertie es una de esas personas (seguramente conocen ustedes muchas) que saben más palabras de las que recuerdan, y a cada paso les sale al cruce no la palabra perfecta para lo que están diciendo, sino tan sólo el recuerdo de su existencia.

¿Y cuál es la palabra que Bertie no recuerda? ¿Lo ha adivinado ya el lector?
Se trata sin duda alguna de recalcitrante. Y a fuer de sincero, he de confesar que unos meses atrás yo no la hubiese recordado tan vivamente. Porque en aquella oportunidad había ido al diccionario etimológico a poner a prueba mi teoría de que recalcitrante tenía que ver con calcinar: siempre había visto lo recalcitrante como aquello que ha sido recalentado tantas veces que ha perdido flexibilidad y frescura; es decir, recalcitrante era para mí alguien que se cocía en su propio rencor o idea fija, alguien que está como quemándose con cal.

Cuando sabemos sólo un poco corremos más riesgo de decir tonterías que cuando no sabemos nada. Recalcitrante tiene dentro de sí la cal que hay en calcinar, pero eso me había despistado. Porque en realidad calcitrare en latín era "dar coces" (la palabra coz viene asímismo de calx="talón, y en sentido figurado, patada"). Hace ya dos años inauguré este blog hablando de la relación entre el talón y una serie de prendas de vestir de los miembros inferiores. Tenemos que sumar a esa familia a los cálculos (piedritas) y la cal. Recordemos también que en italiano coz se dice calcio y que de allí viene el popular nombre del futbol.
La definición de recalcitrare (que heredaron tanto el español como el italiano y el inglés, entre otros idiomas) es "resistencia que hace el caballo a la voluntad del que lo guía, lanzando coces". ¡Exactamente como la burra de Balaam!
Por eso al leer sobre ella enseguida recordé la palabra, y Wodehouse hizo lo mismo. ¡Sólo que yo viví cuarenta años confundido, mientras que Wodehouse no sólo conoce bien el origen etimológico del término, sino que supone que sus lectores también, ya que ni siquiera se molesta en aclararnos de qué término habla Bertie!


Bungo


El texto original:
I began to get the idea that I wasn't making real headway. I remember when I won that Scripture-knowledge prize, having to go into the facts about Balaam's ass. I can't quite recall what they were, but I still retain a sort of general impression of something digging its feet in and putting its ears back and refusing to co-operate; and it seemed to me that this was what Angela was doing now. She and Balaam's ass were, so to speak, sisters under the skin. There's a word beginning with r----"re" something----"recal" something--No, it's gone. But what I am driving at is that is what this Angela was showing herself.


martes, 12 de mayo de 2009

Prolijidad

He visto que entre quienes estudian idiomas existe la costumbre de denominar "falsos amigos" al par de palabras de dos lenguas diferentes que nos engañan por su forma similar. Por ejemplo, a pesar de su parecido, el inglés carpet no quiere decir lo que el español carpeta, sino "alfombra". Los falsos amigos pueden complicar mucho la comunicación, aunque a veces son origen de pintorescos neologismos, como sucede con el español de Texas, por ejemplo. Una amiga mexicana apenas instalada allí me contó que un día un señor llamó a la puerta ofreciéndole "vacunarle la carpeta". Su primera reacción fue dudar de la cordura de su interlocutor, pero tras algunas aclaraciones resultó que a lo que éste se dedicaba era a limpiar alfombras (con la vacuum cleaner).

A veces los falsos amigos vienen encadenados. Cuando viví en Italia aprendí que allí "capa" se dice mantello. Pero entonces, ¿cómo se dice "mantel"? Tovaglia. ¿Y si tovaglia es "mantel", cómo se dice "toalla"? Asciugamani.

Los italianos usan subire en lugar de sufrir, para decir por ejemplo que "sufrieron una pérdida". Pero entonces, ¿cómo hacen cuando quieren decir subir? Pues dicen salire. ¿Y cuando quieren decir salir? Dicen Uscire.

Grave es cuando los falsos amigos son casi antónimos. A mi hermano y su esposa les sucedió que, estando en Brasil, un matrimonio del lugar los invitó a cenar. La señora de la casa había preparado especialmente un sofisticado platillo, y estaba pendiente de la opinión de los amigos argentinos. Cuando ellos le dijeron que el plato había estado exquisito, para la buena señora fue un balde de agua fría. Sólo algún tiempo más tarde supieron que esquisito en portugués es "raro, anómalo". Mientras en español tiene un matiz positivo, en portugués lo tiene negativo.

Los problemas de la falsa amistad son más acentuados con el portugués o el italiano porque a veces tendemos a creer que esos idiomas son tan parecidos al nuestro que podemos traducir por pálpito. ¿Y qué diremos cuando los falsos amigos se dan en el mismo idioma? ¡Sí, en el mismo idioma! Creo que la palabra de hoy es un ejemplo de falsos amigos con valores opuestos en el mismo idioma. Queridos lectores: ¡con ustedes la palabra prolijidad!

En España ser prolijo ha sido siempre ser largo y dilatado en exceso. Se lo ha aplicado por lo general al hablar o escribir que se detiene en el detalle innecesario, y que por lo tanto es pesado, impertinente, molesto. La connotación tiende a ser claramente negativa. Citemos un ejemplo típico y temprano:

CELESTINA. [...] Más razones destas te diría, sino porque la prolijidad es enojosa al que oye y dañosa al que habla.

MELIBEA. En todo has tenido buen tiento, así en el poco hablar en mi enojo como con el mucho sofrir.
Fernando de Rojas, La Celestina, c1499

Lo que tiene prolijo de "detallado" hizo que el término se usara también para dar a entender esmero en una composición, sin connotaciones negativas ni positivas. Ese uso existió también en España, aunque Corominas ya lo da por anticuado. En el sur de América, en cambio, la prolijidad terminó convirtiéndose en algo sumamente positivo. Prolijo es lo que se ha hecho con gran atención, esmero y cuidado.

La estructura de la composición, es, en resumen, una maravilla, por sus dimensiones, prolijidad y armonía. ¿No os parece estar mirando al microscopio una hoja con sus innumerables ramificaciones?
Alfonso, Paulino, Discurso de recepción en la Academia Chilena, Santiago, 1919
La Prolijidad es la principal virtud que las maestras del Río de la Plata exigen de sus alumnos en sus tareas, y no tiene ningún componente de "extenso" . La letra debe ser prolijita, y el máximo galardón que puede recibir un cuaderno o carpeta escolar es el de estar muy prolijo. El término es siempre elogioso en estas latitudes: un albañil hace un trabajo prolijo si es limpio y ordenado, y un jugador de fútbol que cumple sus funciones con sobriedad, ateniéndose a lo que le dice el entrenador, tiene un desempeño prolijo.
Tan importante y positivo es el concepto de prolijidad que hemos acuñado a partir de él una palabra negativa igualmente fundamental: la desprolijidad, de la cual los españoles no creo tengan noticia.
De un individuo desaliñado se dice que es desprolijo. Desprolijo es también un procedimiento policial o jurídico irregular. Los cuartos de los niños suelen estar desprolijos; todo lo desordenado es desprolijo. No pasamos un día sin mentar la desprolijidad.

¿Cuántas veces se habrán producido malentendidos entre un español y un sudamericano por culpa de la palabra prolijo? Uno de los elogios más típico que tenemos aquí para alabar -por ejemplo- un ensayo, monografía o estudio crítico, es que nos ha parecido "un análisis muy prolijo del tema", que suena decididamente mal en los oídos peninsulares.

Podríamos ahora comentar que etimológicamente prolijo está muy probablemente emparentado con licor a través de líquido, que en italiano prolisso significa "redundante, superfluo" como en España, y que la primera acepción del prolixus latino era "exuberante". Pero temo que sería entrar en demasiado detalle, y no quiero que este artículo sea tildado de prolijo por mis lectores españoles. Así que le pondré punto final, aun sabiendo que podría pulirlo y ordenarlo un poco. Lo hago para alcanzar la rara hazaña de haber escrito un texto que a la vez es prolijo y desprolijo.