sábado, 4 de julio de 2009

Dos de Zamora Vicente

Hojeando Dialectología española de Alonso Zamora Vicente (2ª ed., Gredos 1970) encuentro dos notas curiosas acerca del origen de dos expresiones calificadas allí de típicamente argentinas, aunque la segunda aparentemente no es tan local: de arriba (con el sentido de "gratis") y sangre en el ojo.

Vamos a transcribir las dos notas, pero como los orígenes propuestos para ambas expresiones no son demasiado difíciles el lector puede detenerse en este punto y recurrir a su ingenio, sagacidad o como quiera llamarlo para adivinar o deducir cada uno. ¿Dónde nacieron expresiones como "viajar de arriba", "llevársela de arriba", etc.? Y ¿por qué del que guarda rencor por algo se dice que "se queda con la sangre en el ojo"? Compruebe su puntaje al final del post.

Dice Zamora Vicente del primero:

Algunos de estos arcaísmos, en frases por ejemplo, son muy ilustradores de cómo la vida de la colonia se reducía de contenido frente a la metrópoli. Así, por ejemplo, la expresión argentina de arriba 'de gorra, gratis, algo logrado a costa de alguien' es una frase que procede de la lengua de los místicos. Del sentido de 'lo que viene del cielo' se pasa fácilmente a 'sin comerlo ni beberlo'. "Mira, señor, que esta enfermedad te viene de arriba porque has injuriado a Cristo", dice el Padre Granada (Símbolo de la Fe, BAE, VI, pág, 364a). Santa Teresa insiste en ese valor de 'enviado por Dios' (Las Moradas, Clás. Cast., I., págs. 155-156). No fue precisamente el territorio del Plata lugar para que el delgado vivir de la religión tuviese un alto cultivo. El valor semántico descendió al actual: "No hay duda, pero mi padre / dice que no te reciba, / que vos no venís por mí, / sino por comer de arriba", dice una canción popular del Uruguay. Se va al cine de arriba, se come de arriba, etc. Es el peninsular de gorra.

¿Será cierto? ¿Tan ajeno está este país a lo de arriba (por seguir usando frases de místicos) como para que aquí, y sólo aquí, la frase haya adquirido connotaciones tan propias de lo de abajo? Zamora Vicente en La otra esquina de la lengua (1995) sigue diciendo más o menos lo mismo:

Idéntico proceso ha recorrido la locución de arriba, tener o recibir algo de arriba. Empleadísima por los místicos y por la literatura religiosa en general, designaba el favor divino, el descenso gracioso de la divinidad hasta nuestras penas y desventuras. Y así, "llovido del cielo", puede oírse alguna vez. Pero la vida pampeana no se hizo bajo el peso de los santos, sino con otra andadura. Y hoy el habla argentina conserva de arriba con el valor de "gratis, de regalo". Muy cerca de nuestro tener o lograr algo de gorra. Se va al cine de arriba, se come de arriba, etc. Se quedó atrás el primer significado. El segundo, nuevo, campa por sus respetos abiertamente. Tan solo ha sobrenadado la idea del favor, de lo que se consigue o pasa sin comerlo ni beberlo.

¿Acertó el lector? No era tan difícil. Anotemos que la lengua de los místicos, a su vez, toma la expresión del vocabulario neotestamentario: "toda dádiva buena y todo don perfecto viene de lo alto (desursum)" (Santiago 1:17), "No tendrías contra mí ningún poder, si no se te hubiera dado de arriba (desuper)" (Juan 19:11), etc.

Vamos al segundo ejemplo. Dice Dialectología:

Aún es más ilustrador otro ejemplo argentino: la frase tener sangre en el ojo (o andar, estar con sangre en el ojo) vale por 'resentimiento, necesidad de venganza, ira contenida'. Así figura varias veces en la poesía gauchesca. Es una expresión española de gran predicamento y antigüedad. Correas define: tener sangre en el ojo por 'tener estimación de su honra y ante sus ojos la noble sangre de do viene'. El Diccionario de Autoridades insiste en el valor de 'punto de honra', 'casta, perjuicio'. Así se usó frecuentemente en el lenguaje clásico (Guillén de Castro, Tirso de Molina, etc.). Quevedo se burló agriamente de la frecuencia de ese uso. De todos modos, el sentido de 'honra' se perdió y quedó sólo el de 'venganza, rencor, furia', cambio debido a la peculiar estructura del Plata, donde no hubo un solo título de nobleza y donde la vida se organizó de modos diversos.

En La otra esquina se extiende algo más:

La frasecilla ser de o tener sangre en el ojo era abrumadoramente usada en la lengua de los siglos XVI y XVII. Quizá fue conocida en el XVIII, pero debió de entrar en franco declive con las nuevas costumbres afrancesadas. Significaba "tener muy en cuenta el linaje a que se pertenecía, estar atento a la defensa de la propia honra, de la condición social de pertenecer a la casta nobiliaria". Y así figura, sin observación alguna, en nuestro diccionario. Como frase de la lengua coloquial, ya la recogió Correas en su Vocabulario de refranes y frases, lo que es testimonio excepcional de su abolengo. Era muy natural que en una sociedad corroída por los prejuicios de casta, a vueltas siempre con el honor y el prurito del limpio nacimiento, la frasecilla surgiera a cada paso, plena de sentido. Quevedo, con su aguda ironía, se burló de la frecuencia de su uso. Para el gran satírico, la frase, erosionada por el énfasis mantenido en el uso coloquial, más que a la honra aludía a las almorranas. (Lo dice él, Quevedo, hombre que creía en lo que la frase afirmaba y servía). ¿Podremos considerarla arcaica? Parece que sí. Ya no tiene sitio en nuestras estimaciones sociales. ¿Eliminarla del repertorio general? No: la frase vive en el habla popular de la Argentina. Pero en el Plata, virreinato muy tardío, no hubo un solo título de nobleza, y su organización social se hizo ya con otros supuestos. La frase se acomodó a la nueva estructura y pasó a significar "estar lleno de rencor, de ansia de venganza, enardecido por la cólera". Del hombre linajudo, atestado de enjundia de cristiano viejo y rezumante de orgullo por llevar a la espalda una larga serie de abuelos, hemos ido a desembocar en el malevo de los tangos y de la poesía gauchesca. La expresión deberá figurar en nuestros diccionarios pero precisando esta peregrinación.

Decíamos que la expresión en su sentido moderno no parece exclusivamente rioplatense porque las bases de datos de la Academia traen ejemplos de todo tipo (el CREA, por ejemplo, reparte sus siete ejemplos de 'sangre en el ojo' entre Argentina, España, México, Chile y Paraguay); el DRAE, además, anota la frase sin indicación dialectal. Pero eso no viene muy al caso.

¿Acertó otra vez el lector? Evalúese:

- 2 aciertos: Tiene excepcionales dotes para la investigación, estando provisto de fino ingenio, sólidos conocimientos y discreción en el uso de los materiales. Puede dedicarse a la indagación etimológica.

- 1 acierto: logrará resultados en base a tesón y estudio, bien guiado por una mano experta y apoyado en bibliografía confiable. Puede dedicarse a la indagación etimológica.

- ningún acierto: Carece de los requisitos mínimos para progresar en la investigación, no contando con el bagaje indispensable, la imaginación y el buen juicio para examinar la evidencia. Puede dedicarse a la indagación etimológica.