jueves, 22 de octubre de 2009

Servido en bandeja

En el árabe clásico, safat era un cesto o canastilla hecho de hojas de palma que solía servir de perfumero o recipente de enseres del tocador femenino, como nos enseña el Arabic-English Lexicon de Lane en mitad de esta página.

Un historiador de comunidades judías en el mundo árabe del siglo XI nos lo describe así:
Las listas de ajuares de novia a menudo mencionan una caja o cajón llamado safat, hecho por lo general de una variedad fuerte de bambú y normalmente colocada sobre uno o dos taburetes del mismo material. En el comercio ultramarino, el safat era una caja de tamaño mediano para transportar telas y productos tales como azafrán, clavos de olor, o coral. Dos o más podían entrar con otros paquetes voluminosos dentro de un container. El safat doméstico, que era de tamaño moderado y por lo general puesto sobre un banco para facilitar su uso, parece que contenía los materiales necesarios para la vida diaria.
S. D. Goitein, A Mediterranean Society, University of California Press, 1999 (pag. 131)
En España los mozárabes modificaron el término en assafát, que quedó incorporado a la lengua española como azafate. El diccionario de la RAE nos dice que azafate es un "canastillo, bandeja o fuente con borde de poca altura, tejidos de mimbres o hechos de paja, oro, plata, latón, loza u otras materias".
Era vispera de San Juan, fiesta que celebran mucho las donzellas en mi patria; y quando me leuantaua a tomar la pluma, bañada en mi llanto, y guiada de mi indignacion, vna criada entrò con vn azafate de flores, y vna vela blanca, diziendo de parte de don Pedro, que adornasse mi altar con aquellas flores; y que a la luz de aquella vela sossegaria aquella noche.

Corral, Gabriel del, La Cintia de Aranjuez, 1629
Como se usaron lujosos azafates para transportar alhajas y vestidos, las damas de compañía de la realeza, que estaban encargadas de acercar a sus amas estos enseres, pasaron a llamarse azafatas.
Tasada la hechura en tres ducados, que juntos con el peso monta todo diez mill y ochoçientos y setenta y nueve maravedís.- Dióse para serviçio de la Infanta doña Ana por çédula de su Magestad, y entregado a su azafata, doña Estefanía Romero de Villaquirán.
Inventarios Reales. Bienes muebles que pertenecieron a Felipe II, c 1600


Diccionario de la RAE 1927

Las azafatas (y la palabra azafata) pasaron a anticuarse conforme se anticuaronlas tradiciones cortesanas, y para el siglo XX apenas había recuerdo de ellas. El término había sobrevivido en las novelas históricas de Pérez Galdós, y todavía en 1927 Valle Inclán las traía a la memoria:

La Cámara de la Reina tenía aire de velorio. Doña Isabel lloraba, con medroso presagio de su ruina, la muerte del Espadón. La Señora tenía en la boca un pucherete de desconsuelo, y la morrilla de la nariz, reluciente. La Doña Pepita Rúa, en servicio de alcoba, la asistía con vinagrillos: Por distraerla, enhebraba cuentos, devociones y chismes de azafata rancia. La Reina de España, frondosa, rubia y herpética, con nada se consolaba: Para no caer en desmayo, se fortalecía con bizcochos y marrasquino, tumbada en el sofá de damascos reales
Valle Inclán, La corte de los milagros, 1927
Fue entonces que comenzó la aviación comercial y alguien rescató del altillo esa vieja palabra casi olvidada. La historia la cuenta con su salero habitual Julio Casares en su artículo Azafata, que acabo de transcribir en exclusiva para Hurgapalabras. El artículo de Casares es de los años 50.El Diccionario de la Academia reconoció la acepción "camarera distinguida que presta sus servicios a bordo de un avión" en su edición del año 1956.

Medio siglo ha pasado, y hoy nos enfrentamos a otro problema terminológico, porque ese término azafata, de origen tan femenino, parece no ajustarse bien al hecho de que actualmente una gran cantidad de los auxiliares de vuelo son masculinos. Parece que a los varoncitos suelen llamarlos sobrecargos, tomando el nombre del responsable del cargamento en un buque mercante. Pero es extraño que dos personas que cumplen el mismo rol reciban nombres tan distintos, ¿no?
Sospecho que en poco tiempo más terminará llamándosele a todos sobrecargo. Es una lástima. Azafata era más romántico, creo yo. Aunque el cambio se ajusta al hecho de que a los pasajeros de avión cada vez nos tratan menos como reyes y más como mero "cargamento".

1 comentario:

  1. Yo enseguida recordé esta historieta.
    Y al fin y al cabo -y en disidencia con Casares- a mí no me parece que "aeromoza" estuviera tan mal.

    ResponderEliminar