domingo, 8 de julio de 2007

Un paseo en ambulancia

En el último post dejé pendiente un paseo en ambulancia, (o por la palabra ambulancia que aparece en el relato Hoja, de Niggle).

Aunque desde siempre se utilizaron carros para transportar heridos en las batallas, parece que fue durante la guerra de Crimea (1853) cuando la denominación ambulance, derivada de hôpital ambulant se consolidó en los idiomas francés e inglés, precisamente en el frente anglo-francés.

Es interesante constatar que la guerra de Crimea fue una de las primeras en ser fotografiada y contar con la presencia de periodistas corresponsales de guerra. El impacto en la opinión pública de las imágenes y los relatos desde el frente fue profundo, y en poco tiempo se organizó una estructura de asistencia a los heridos que hizo viajar hasta Turquía a muchas voluntarias, lideradas por Florence Nightingale , la pionera de las enfermeras. Por primera vez se planteó la necesidad de asistencia médica y sanitaria en las guerras, y poco tiempo después se organizó la Cruz Roja*.

Ambulancia proviene del verbo latino ambulare, que significaba pasear, y que nos dio ambulante, deambular, amblar, sonámbulo y preámbulo. Desmenucemos un poco ese ambulare latino: era un compuesto de amb (alrededor) + bulare (probablemente de la raiz BA=caminar), es decir, caminar sin dirigirse a un punto determinado, pasearse. Es posible también que sea una forma atenuada de ambire, (el mismo prefijo amb + ir = caminar en torno), que dio ambición (cuya acepción original es “andar constantemente en torno a una cosa”) y ámbito. Lo interesante es que ese prefijo amb- (paralelo al griego αμφι), quiere a la vez decir “alrededor, en torno”, y “dos”, como podemos ver en ambiguo (que conduce a dos lados), o, derivados del griego αμφι: anfibio (vida en ambas partes),o ánfora (con dos manijas).

¿Qué relación puede haber entre alrededor y dos? Cuando llegamos a este tipo de preguntas es que mi pasión etimológica alcanza su punto máximo, porque nos enfrentamos a los conceptos gnoseológicos más elementales, lo que es decir: nos acercamos al modo como los humanos percibimos y damos cuenta del mundo.

En efecto, una de las realidades que más nos definen a los seres animados es que tenemos dos lados simétricos (izquierdo y derecho). Esto que nos puede parecer una perogrullada, en verdad merecería de nuestra parte un virginal asombro chestertoniano**. No puedo dejar de recordar y recomendar a este respecto el libro Izquierda y derecha en el Cosmos, de Martin Gardner, que nos revela muchas cosas asombrosas derivadas de la no tan banal noción de simetría.

Tenemos dos lados, y si decimos que alguien miró a uno y otro lado, sabemos que ha cubierto todo el campo visual. De modo que a ambos lados equivale a en torno. He aquí la relación oculta (o no tanto) ente dos y alrededor que intuyeron nuestros antepasados lingüísticos.

Y para terminar este deambular, no puedo dejar de citar un interesantísimo artículo que he leído recientemente en Filóblogos, el excelente blog de nuestro amigo Eleder y Fiondil. En él, Fiondil nos ilustra sobre otras asombrosas asociaciones que hacen los lenguajes a partir de la orientación espacial de nuestro cuerpo (en concreto, la noción de adelante-atrás y su relación con el eje pasado-futuro).

Es hora de despedirnos de nuestra ambulancia, de Niggle, de Florence Nightingale, y de la guerra de Crimea, recordando que en cada palabra hay una historia, por lo cual no sería exagerado esperar que en cada historia estén todas las historias.


* Para enlazar con otro tópico de Hoja, de Niggle, señalemos que la guerra de Crimea fue también la primera en que se utilizó ese nuevo medio de transporte: el tren. Como transporte de tropas e insumos, pero también como unidad sanitaria.

** La capacidad del asombro de la que habla Chesterton en el capítulo La ética en tierra de duendes, de su libro Ortodoxia. Un excelente cotejo de ese texto con el ensayo de Tolkien Sobre los cuentos de hadas puede encontrarse en el artículo Volver al hogar : por qué leer cuentos de hadas hoy, de Cecilia Fernández Rivero, revista Mathoms, nro. 11, octubre de 2004

1 comentario:

  1. Lo que no deja de asombrarme es como una vez que te metes en el mar de la etimologia acabas pasmado viendo como las palabras son capaces de reflejar y remodelar el mundo como seres humanos.

    Por eso quiza el jeroglifico egipcio para ¨humano¨ es la boca osea la palabra.

    Magnifico blog Bungo, mira como sera que me gusta que no estoy en mi ciudad pero no pude resistirme a entrar.

    Voy a ver si consigo en "virtual" el libro de Martin Gardner

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