Leyendo las Memorias Póstumas del General Paz (tan apasionantes como iluminadoras para el estudioso de la Historia Argentina), he tenido ocasión de reflexionar sobre la expresión divisa punzó, que marcó una época en nuestra historia, y gravitó durante muchas décadas como conjuro de pasiones encontradas. Aunque el término es prácticamente desconocido en el resto de los países de habla hispana, todos los argentinos saben[1] que punzó es el color rojo encendido que los federales adoptaron para distinguirse de los unitarios.
Como sucede a menudo con los nombres de colores, la suerte de esta palabra ha de estar ligada al vaivén de la moda y las tinturas, y aunque no he sido capaz de realizar un rastreo en ese sentido, la pista filológica me sugiere un origen: los apetecidos géneros y telas franceses que desembarcaban en el puerto de Buenos Aires en las primeras décadas del siglo XIX (la presencia de punzó en el español de Cuba -el otro gran puerto del Atlántico- parece abonar esta teoría).
Porque rojo punzó, según me enseña Corominas, es la deformación de rouge ponceau, un matiz de rojo que hoy resulta oscuro también para los franceses, como puede comprobarse aquí. El texto de Balzac mencionado en este último enlace es de 1833. La divisa federal es de 1830. Otra mención aislada del color punzó se encuentra en la ley de creación de la bandera boliviana, que es de 1825. Estamos siempre en un ese momento apenas posterior a la independencia de los países americanos. En italiano la encuentro en la Cenerentola de Gioacchino Rossini de 1817:
Don Magnifico, sia pure a fatica, resiste. Allora i Cavalieri gli fanno indossare un mantello color ponsò con ricami in argento di grappoli d’uva.El comentador italiano del texto se ve precisado a explicar que ponsò es un color rojo intenso, demostrando así que la palabra ha muerto también en la tierra de bel canto.


Llegado a este punto, creo haber hecho un descubrimiento notable para la Historia Argentina, algo que nadie vio antes, y que podría conmover los fundamentos de la historiografía si no fuera porque se trata de una simple curiosidad etimológica completamente intrascendente.

De este modo cantó Estanislao del Campo la ocasión:
Los porteños y extranjeros,Gauchos surcando la pampa, telas francesas, amapolas y pavos reales... Para completar este heterogéneo catálogo, mencionaré que el ponceau sobrevive hoy -gracias a la clasificación de tinturas del químico David Masson- en el especializado submundo de la Histotecnología.
Que para vestir sus tropas
Por poco no les dan ropas
De terciopelo y tisú,
¿No reirán como unos locos
al ver esa mascarada
bonetuda y colorada
por la calle de Perú?
En fin, Señor Presidente,
No se aflija, Vuecelencia;
Sobrelleve con paciencia
Este inesperado mal.
Y consuélese pensando
Que en el mundo todo acaba,
Y que al fin ya le tardaba
Al partido federal.
Su uso, por si a algún lector le es de utilidad, está por lo general confinado a la tricrómica de Massons, donde otorga un leve tono naranja al rojo de las estructuras citoplasmáticas. Lo digo sin estar muy seguro de entenderlo: he ahí la razón de que mi rostro se haya encendido asumiendo un tono punzó.
[1] En realidad, no me atrevería a llevar a cabo una encuesta
JAJA MUCHISIMAS GRACIAS A EL Q CREOO ESTA PAGINA WEBB SIEMPRE LA USO PARA EL COLE
ResponderEliminaranonimo,
ResponderEliminarlo decis como si hicieras trampa.
soycamilatorres@hotmail.com
ResponderEliminarMuy buena información, gracias...
ResponderEliminarExcelente. Federación o Muerte!
ResponderEliminarJuan
Buena info. Gracias!
ResponderEliminarImagínate, la curiosidad me surgió leyendo un ensayo de Serge de Chessin titulado Au pays de la démence rouge (no se trata de Venezuela, sino de la Rusia de fines del zarismo, donde se lee: "Voici les ouvriers des usines aux bannières de soie ponceau". Este comentario lo estoy haciendo hoy 21-12-12 a las 11 y 52, cuando todavía no se ha cumplido, por lo menos en mi destino, la profecía maya. ¡Qué imbécil se ha vuelto el mundo! ¡Damos pena, sobre todo los venezolanos!
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