sábado, 8 de agosto de 2009

Dinna ken

Uno de esos golpes de suerte que hacen pensar que en alguna otra vida uno debe haberse portado bien me llevó a adquirir hace poco, por un precio absolutamente irrisorio, cuatro antiguos y gruesos volúmenes de las Waverley Novels de Walter Scott (Adam and Charles Black, 1877). Como corresponde, los estoy devorando a conciencia y en su correcto orden. ¿Qué son? Una serie de novelas (cuento 27 en esta edición), más o menos históricas, publicadas en principio anónimamente con las que el erudito Scott quiso rendir tributo a su patria, su gente, sus costumbres, sus leyendas y su lengua.

Hablamos de Escocia, por supuesto. Entre ellas se cuentan las muy famosas Rob Roy, Ivanhoe y Quentin Durward. Algunos prefieren las más medievales y menos escocesas, como estas últimas; pero el verdadero espíritu de esta serie está en las que se refieren a la época de infancia y juventud del autor, o de sus padres, y se refleja del mejor modo posible en el subtítulo de Waverley, la primera de la serie: "Hace sesenta años" ('Tis Sixty Years Since) - que en realidad empezó siendo "Hace cincuenta años" en 1805, y se cambió diez años más tarde para una reedición, probablemente porque Scott se dio cuenta de que no podía seguir actualizando el subtítulo indefinidamente. La nostalgia por la vida y las costumbres de una época que se va perdiendo aplastada por la vertiginosa actualidad (de principios del siglo XIX, claro está) impregna todas las páginas. Su conservación en forma de literatura, con copiosas notas al pie, fue sin duda el mejor camino para evitar el olvido, y Scott lo recorrió como nadie.

En lo que más interesa a este blog, la lengua, el autor no dudó: transcribió a cada paso el habla popular, el inglés-escocés del que queremos dar algunas muestras en este post.

En Guy Mannering, cap. III, habla Meg Merrilies:

'Aweel, Ellangowan,' she said, 'wad it no hae been a bonnie thing, an the leddy had been brought to bed, and me at the fair o' Drumshourloch, no kenning, nor dreaming a word about it? Wha was to hae keepit awa the worriecows, I trow? Ay, and the elves and gyre-carlings frae the bonnie bairn, grace be wi' it? Ay, or said Saint Colme's charm for its sake, the dear?' And without waiting an answer she began to sing -

Trefoil, vervain, John's-wort, dill,
Hinders witches of their will,
Weel is them, that weel may
Fast upon Saint Andrew's day.

Saint Bride and her brat,
Saint Colme and his cat,
Saint Michael and his spear,
Keep the house frae reif and wear.

La primera vez que vi este tipo de lenguaje, y huí espantado, fue en los novelones religiosos de George MacDonald, aquel disidente "medio enamorado de la muerte mansa". El buen autor de obras fascinantes como Phantastes, Lilith o At the Back of the North Wind, por no hablar de historias más ligeras como The Princess and the Goblin o The Light Princess, es responsable también de interminables relatos sobre gente bastante más común, dedicada a resolver sus conflictos en las páginas impresas en vez de hacerlo en la intimidad. Incluso quienes admiran a MacDonald suelen encontrarlas pesadas, aunque a veces la penetración psicológica y filosófica sea apreciable. Estoy seguro de que a ello contribuye el que el autor haya tomado a sus personajes de entre sus paisanos y los haga hablar como tales. Como botón de muestra leemos en Donal Grant, cap. I:

"Aweel, gien ye'll condescen' to advice frae an auld wife, I'll gie ye a bit wi' ye: tak na ilka lass ye see for a born angel. Misdoobt her a wee to begin wi'. Hing up yer jeedgment o' her a wee. Luik to the moo' an' the e'en o' her."

En realidad, con un poco de práctica se llega a deducir prácticamente todas las equivalencias hasta que se puede leer de corrido y empezar a disfrutar del dialecto en su forma escrita. Por mi parte, de momento, en lo que hace al MacDonald escocés no he pasado del cautivante The Wow O'Rivven (o The Bell), donde apenas se lee más dialecto que el penetrante grito Come hame! Come hame! Tal vez ayude el que la protagonista en un principio entienda tan poco como uno qué significa. Pero ya lo retomaré - cuando termine la veintena de novelas de Waverley que me quedan.

Pasemos ahora a un par de humoristas del siglo XX. En primer lugar, mencionamos el otro día al Charteris de Wodehouse, que cuando hablaba con el escocés McArthur entremezclaba expresiones dialectales, como en I ken it weel, ma braw Hielander. Son todas palabras y frases que se hallan sin esfuerzo en Scott; Charteris es un joven leído, y cita sin esfuerzo a Shakespeare, Bierce o Tennyson.

Pero las suyas son sólo frases aisladas. En segundo y último lugar hablemos de Pratchett, a quien también mentamos hace poco. Algunas de sus últimas novelas forman una serie notable, centradas en las aventuras de Tiffany Aching: The Wee Free Men, A Hat Full of Sky y Wintersmith. En ellas usa descaradamente formas dialectales para caracterizar el habla de los Nac Mac Feegle. Estos seres diminutos, azules, pelirrojos, borrachos, juerguistas y pendencieros, concebidos sobre una mescolanza de tradiciones escocesas y gaélicas, hablan una versión mixta de dialectos con predominio escocés. Al darles voz Pratchett es mucho más escaso en dialectalismos que los dos primeros autores, porque a él, por lo menos, sí le importa que lo entiendan.

En un mundo donde la ortografía es algo que le pasa a los demás, estos personajes se encuentran con una de las más logradas creaciones del autor, la niña Tiffany, pichón de filólogo que ha aprendido a leer y escribir con un diccionario que ¡ay! no incluye las pronunciaciones. Lo ha leído de corrido (autodidacta como es, nadie le explicó cómo se usa). De modo que en The Wee Free Men leemos:

'Aye, the Quin,' said Rob Anybody. He looked at Tiffany with bright, worried eyes. 'Ye dinnae ken o' the Quin? An' you the wean o' Granny Aching, who had these hills in her bones? Ye dinnae ken the ways? She did not show ye the ways? Ye're no' a hag? How can this be? Ye slammered Jenny Green-Teeth and stared the Heidless Horseman in the eyes he hasnae got, and you dinnae ken?'

Tiffany gave him a brittle smile, and then whispered to the toad, 'Who's Ken? And what about his dinner? And what's a wean of Granny Aching?'

El sapo le explica que ken es "saber", y que no hay ninguna cena de por medio. Pero a la pobre Tiffany la lengua de los Nac Mac Feegle (por no hablar de su perspectiva del mundo y la vida) le va crispando los nervios, y poco más adelante, cuando se da cuenta de lo que se espera de ella, explota:

'Ye dinnae ken the way?' said Rob Anybody.

It wasn't what she'd been expecting. What she had been expecting was more like 'Ach, ye cannae do that, a wee lass like you, oh dearie us no!' She wasn't so much expecting that as hoping it, in fact. But, instead, they were acting as if it were a perfectly reasonable idea -

'No!' she said. 'I don't dinnae any ken at all! I haven't done this before! Please help me!'

Terminarán ayudándola, aunque como es de suponer Tiffany a veces hubiese querido que se quedaran bajo tierra. No nos compete: a este blog le basta con que asomen la cabeza y dejen registro de su particular habla.

En este post no me he molestado en traducir las citas ni los chistes. Podríamos armar fácilmente un vocabulario básico: ken = know, gie = give, ilka = each, frae = from... pero la parte entretenida, y lo que, con la predisposición de espíritu necesaria, puede prestar un encanto particular a este tipo de lectura es precisamente el desafío de ir avanzando y deduciendo sin ayuda de diccionarios. Esto sólo se logra insistiendo, leyendo muchas páginas aun cuando se entienda no más de la mitad. No es raro llegar al vigésimo capítulo de una novela y recién en ese punto descubrir el sentido de la palabra unco, que hubiese iluminado muchos pasajes anteriores - y ya no es tiempo de volver atrás. Y para quien tenga berretines de lingüista, descubrir de a poco las diferencias fonéticas con el inglés estándar puede ser apasionante, especialmente cuando ayuda a adivinar significados y relaciones: a poco de estar leyendo se hace evidente, por ejemplo, la naturaleza de mair, ain, mither. Pero no vamos a develar el misterio aquí.

1 comentario:

  1. La primera vez que tuve conocimiento de ese dialecto escocés fue gracias a los Tannahill Weavers, una banda de música tradicional muy recomendable. Tengo varios CD de ellos y todos incluyen las letras de las canciones. Un ejemplo:
    http://www.tannahillweavers.com/lyrics/1146ly14.htm

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